sábado, 30 de abril de 2016

DePiedrasAlbañilesYArquitectos

Iosu engaña cuando le ves.

Conocí a Iosu en el local del pasillo interminable. Era una roca. Tenía un único propósito: arrojarse al mundo laboral, sin tener en cuenta las consecuencias que eso supusiera.
Pasado un año, apareció en estas metáforas. Entonces ya era el arquitecto de sí mismo, de su proyecto. La roca se había pulido, convirtiéndose, por arte de magia, en un tabique, pendiente de seguir prosperando.

Ahora que las metáforas inevitablemente van decayendo, vuelvo a encontrarme con Iosu. Él es de los mejores buscadores de empleo con los que me encontrado. Mantiene su capacidad de mimetizarse en un objeto arrojadizo, y eso en un lugar hostil como en el que tenemos la oportunidad de vivir, le permite acceder rápidamente al lugar que se proponga. Otra cuestión es mantenerse allí. Esto es lo que ha aprendido; una forma como otra cualquiera de sobrevivir, aunque le vaya deteriorando. Además Iosu no sabe controlar su fuerza y su mente ruge hasta la enfermedad. Quizá por este motivo le cuesta comprender, aunque pueda entender a quien le quiere. Igual que Iosu encuentra fácilmente, pierde rápidamente, como le sucede a cualquier joven recién estrenado en el mercado de trabajo. Estos son los argumentos por los que Iosu necesita albañiles a su lado. Concretamente a profesionales de la construcción social que optan por el rol profesional inverso. Es llamativo este traspaso de funciones. Iosu no llegó a superar la ESO y un albañil de la construcción social está sobre cualificado con su título universitario en la boca. El albañil conoce las herramientas y los métodos de trabajo pero es la persona atendida quien dirige el proyecto. Iosu constantemente lo está haciendo.


Sin embargo, siguiendo con esta extraña construcción, hay un momento en el que el ciclo finaliza. Llega un día en el que concluye el trabajo realizado. Asumirlo es tan complejo como propiciar que alguien confíe en un albañil para que éste le ayude, o motivar a esa misma persona para que se produzca el cambio esperado. Iosu está apunto de decir obligadamente adiós; un Auf Wiedersehen doloroso. Aún así, otras albañiles se aferran a un hasta luego. Humana y Khaleesi han encontrado un curso de jardinería para Iosu. Puede que sea el lugar óptimo para arrojar piedras. 

domingo, 24 de abril de 2016

ComienzaElDescenso

La vida es irregularmente simétrica. A la cima ascendida le sigue una similar bajada, con sus peculiaridades y riesgos. La simetría perfecta sólo aparece en el papel. Bien escrita en la ficción, o dibujada en un perfil en el que los detalles se ausentan. Por ejemplo, en la escalada los éxitos no se alcanzan hasta que regresas a tu destino.

Las metáforas siempre serán posibles, tanto en su ascenso como al bajar. Todo comenzó un septiembre otoñal con Una metáfora para Hanan. Llegados al vértice de la cima 
ahora comienza el contemplativo descenso. Como diría Judith, llegados a este punto... No se pretende valorar éxitos ni fracasos,  lógicamente por que no era el objeto de estos textos, ni cabría tal propósito cuando se trabaja con personas y éstas son las que están en juego. Los profesionales de la medicina no son juzgados por sus muertes,  ni los bomberos que desean apagar un fuego, por la misma causa. Hay demasiados factores que influyen antes de rasgar con un bisturí o apuntar con una manguera. A la intervención social le sucede algo similar. La diferencia es la ausencia del reconocimiento que sí tienen las anteriores profesiones. Es el momento de utilizar la palabra para que las luces muestren la realidad.


Cualquier joven que comienza una actividad laboral sorprende a todos. Son tantos los estereotipos negativos vertidos sobre ellos que nadie apostaría por el éxito. Sin embargo, sin arte de magia, consiguen su propósito. Para ello hay dos factores importantes, que alguien crea en ellos y que tengan más de una oportunidad. A Hanan le expliqué que se quitara el miedo a una caja registradora, con la idea de que aprendiera a pensar en objetivos a largo plazo. En ocasiones una piedra en el camino puede proyectar una sombra tan alargada que convierta a ésta en montaña. Luego Hanan se empleó como hacedora de camas y finalmente, propiciado por el Doctor Empleo, trabaja como auxiliar administrativa en una empresa de quicio desquiciado, acorde con la maltrecha realidad del empresariado de este país. Desde ese momento, Hanan sigue aprendiendo y por la satisfacción que provoca en el empresario parece que con éxito. Imagino a Hanan irónica, con su fuerte carácter de mirada que echa para atrás, controlando el despacho que pueda compartir con dos compañeros más. Será aplicada en lo que haga y llegado el caso será capaz de enseñar a los demás cómo mejorar en el trabajo. A partir de aquí para ella no habrá más metáforas, sólo un camino repleto de cantos, chinas y hasta una acumulación de piedras como consecuencia de un desprendimiento. Su virtud será tener paciencia para esquivar estas barreras.


Mientras, Clint, inquieto, filma un documental: La Educación Canina y Dios, relación si la hubiere. Posteriormente, me imagino, regresará a su ficción favorita y nos regalará un último Harry: Harry, el educador inquieto.

miércoles, 20 de abril de 2016

ActitudDeFuego-YHielo-

Son más las ocasiones en las que las diferencias se convierten en problemas, en lugar de transformarse en oportunidades. Y todo porque somos tantos; siendo más sencillo agrupar que provocar la dispersión.

Me he dado cuenta que desde hace más de una metáfora no me colocó el embudo mágico, ese objeto prodigioso por el que te conviertes en quien desees con sólo tocarte la cabeza. Desde hace unos años, en el mes de abril, de habérmelo puesto, seguro que me hubiera hecho viajar al mundo mágico de los Tronos, el  de los Juegos de Tronos. Aunque, en ocasiones, estando en la cueva siento la posibilidad de pertenecer a uno de los siete reinos. Ciertamente es llamativo como en una (des)organización como es la que rige el destino de un proyecto público, en cada uno de sus centros la actividad pueda ser tan diferente. Y eso que geográficamente nos encontramos en el mismo Madrid vistoso. Un lugar de torres pronunciadas y diferencias sutilmente encubiertas. Lógicamente también hay similitudes, mientras, por lo menos, haya un enemigo común. Un sino éste propio del deambular de la sociedad en el que pesa más a quien te enfrentas que lo que realmente eres. Diferencias.

Sin necesidad de un embudo me doy cuenta de que la mismísima reina de dragones, Khaleesi, trabaja en la cueva. Llevo un tiempo buscando una metáfora para ella y por fin me he percatado del personaje al que representa. Esta reina de menores nuestra, al igual que la que domestica dragones, sobrevive gracias a una capacidad personal imprescindible para trabajar con personas. Su actitud hacia las tareas que realiza con los jóvenes le permite no distanciarse de su objetivo, y su tesón provoca que continúe luchando por lo que ella considera relevante, que no sea otra cosa que los propios jóvenes. Es cierto que esta actitud se va desgastando con el tiempo y se diluye en el espacio, como un olor pasajero poco significativo. Sin embargo, la persona que la tuvo siempre la retiene, y Khaleesi sigue manteniéndolo con poco desgaste. Durante mi trayectoria profesional me ido cruzando con muchas personas que tenían esa actitud que, más allá de ideologías y diferencias personales, significaba una mejora sustancial en la profesionalidad de cada uno. De hecho actualmente tengo la fortuna de rodearme de compañeros que la mantienen. Me imagino que al bróker, que se rompe el alma por el dinero, le acompañará una actitud, diferente a la que se tiene en la intervención social, pero imprescindible para realizar su trabajo. Vamos, que al pescador no le podrías quitar nunca su paciencia.

Quizá esta actitud es la que mantiene con vida las maltrechas profesiones que trabajan con personas. Podríamos llamarla vocación. Es posible, aunque no sólo de vocación viven las personas.


Los tronos son de siete reinos. En la realidad los centros de trabajo que sustentan el proyecto son menos. Cada centro queda ubicado en un espacio singular, con sus similitudes y sus diferencias.  Hoy en la cueva nos hemos sentado a comer con la mesa recubierta con un mantel. Puede que sea un hecho irrelevante pero metafóricamente es significativa la sensación de comodidad que ha provocado. En cierta medida parecía que comíamos en una casa. Un lugar acogedor, con sus peculiaridades, objetos de culto y diferencias. Como en las mejores familias, un espacio al que siempre se puede volver, e irse. 

sábado, 16 de abril de 2016

EnBuscaDeLaFelicidad

Miro hacia el techo. Observo los mínimos orificios rectangulares que permiten que el aire se distribuya por la sala. Cerca están los focos. Los paneles son cuadrados y se alinean con uniformidad. No hay nada más.

El constructo de la felicidad seguramente sea una insondable porquería infinita. Abarcarla supondría tal complejidad como controlar al ser humano. ¿Eres feliz?

Cuando miras una pantalla en blanco durante más diez minutos, sin saber qué decir, tienes un problema. El último recurso es salirse por la tangente. Las metáforas tienen los días contados, a pesar de los deseos de Judith. El recurso es el pasado. En el local del pasillo interminable repetía indiscriminadamente la pregunta aquí ya citada, ¿eres feliz? Esta duda era una trampa y, de paso, una herramienta potente para acercarme a los chavales, y más si alguno se apellidaba Feliz. El colmo de la felicidad, todo un constructo. Desde que estamos en la cueva no pensaba en eso y no me atrevía a pronunciarlo.

El otro día volví a ver a Kaylin, cuya inserción laboral propició La metáfora del gol. Al repasar ésta, observo mi imprecisión para acertar al nombrar a las personas. Finalmente lo consigo pero para ello tienen que pasar unos meses, o más de una metáfora. Así que Kaylin no es tal aunque sí su historia.

Es sencillo que Kaylin encuentre empleo. Su juventud, simpatía y capacidad de esfuerzo le permiten acceder al mercado laboral, y mantenerse en el mismo. Sin embargo su sentida soledad hace que sus esfuerzos porque vayan bien las cosas se multipliquen. Una idea que recorre estos textos, y quizá toda la intervención social, es la generación/existencia de redes de contactos que faciliten la integración. El más reflexivo de los educadores sociales, Sergio Arranz, me lo recuerda siempre que le veo. Kaylin perdió su red y ahora le cuesta tejer una.

Uno tiene sus virtudes y sus limitaciones. En ocasiones soy como Erik, el vikingo, que cree que llegado a un límite el mar cae por una eterna cascada. Todavía nos falta a ambos descubrir que el mundo realmente es redondo, algo ovalado. Así que hablando con Kaylin, por mucho que uno quiera, hay un momento en el que tenemos que observar como el agua se derrama en su infinita caída, impotentes sin saber qué hacer. Kaylin, ¿tú eres feliz? Kaylin reacciona, piensa y expresa parte de su felicidad, e infelicidad. La metáfora no es tal, sino un medio para hablar e intervenir; reforzar y averiguar; sabiendo que el camino es indefinido pero posible. Una argucia para pensar y actuar.


La felicidad de ellos es similar a la nuestra, a la de todos. Tumbado en la cueva, aprendo a relajarme, en busca, posiblemente, de la felicidad. Acompaño a Elsa y a El limón más dulce que he conocido, en una aventura trepidante. Nos guía La Rosarina, una educada maestra que nos muestra una luz. Por mucho que aspiremos a la felicidad de los demás, en ocasiones se nos olvida la necesidad de cultivar la nuestra.

jueves, 7 de abril de 2016

LaMetáforaDeLasAlasYLosAplausos


Realmente a mí me gusta ¡Qué bello es vivir!, la película, se entiende. No me avergüenzo de ello, al contrario. Puedo presumir de reconocer fácilmente sus escenas y los efectos sentimentales que provocan. Uno de los ejes de esta historia parte de las necesidades de uno de sus protagonistas, un Ángel bonachón, que pulula por el cielo, sin su par de alas correspondientes. Para conseguirlas tiene que convertirse en un verdadero Ángel de la guarda. Así se produce su descenso a los infiernos terrenales. Entre buenos, malos y regulares, en un pueblo americano, una navidad, se descubre que los ángeles consiguen sus apéndices alados cuando suena el retintín de una campana. Y claro, Clarence, el Ángel protagonista finalmente obtiene las suyas, dos, como es normal, por su extrema bondad.

En la cueva, en una de esas paredes absurdas que separan el espacio, colocamos las fotos de los chicos, y chicas, que han encontrado un empleo. Esta idea ancestral  viene de los tiempos en los que se trabajaba en el local del pasillo interminable, producto, creo,  de la imaginación de un dicharachero y brillante compañero que me cedió el testigo, la silla y una flor de papel. Para qué innovar si ya todo está inventado. La liturgia de la colocación y pegado de una foto es verdaderamente significativa cuando el protagonista está delante. En este caso la foto era la de Noelia. Ella ha sido buscadora de empleo durante un tiempo. De hecho ya apareció en una enrevesada metáfora, la de la leyenda del tiempo. Desde hace poco tiempo se emplea en una famosa cadena de restauración. Y acudió a la cueva a dar fe de ello. Impresión de la fotografía, corte – y casi confección -. Parafernalia. Cada vez que alguien aplaude, un buscador de empleo ha encontrado trabajo. Cada vez que una Noelia coloca su foto en la pared, alguien tiene que reconocérselo. Y alguien aplaudió, como si una campana hubiera sonado y a un Ángel le hubiesen crecido las alas. De esta metáfora y/o comparación los jóvenes allí presentes ni se percataron, sin duda como consecuencia de la brecha generacional, o de la dispersión que a veces muestra uno.

Las buenas costumbres nunca desaparecen. Igual que la pared pintada de fotos motiva a encontrar a los que buscan, que Humana esté entre nosotros es un revulsivo para seguir trabajando.  Durante la semana, como por arte de magia, aparecieron por la cueva antiguos buscadores de empleo, sobre los que casualmente se escribió su metáfora con anterioridad. Iv, el que tuvo un plan B, y que ya sabe que hay que trabajar para vivir; y  Nozah, y su mirada del tigre, que vuelve a buscar tras tener precisamente la mirada algo perdida. Es entonces cuando Humana se encuentra con la buena de Nozah, y amablemente la saluda desde el respeto y la comprensión. Humana sabe perfectamente que Nozah no es sólo un número.

Por mucho que nos hayamos empeñado en obviarlo, la cueva tenía luz, y desde esta semana está más iluminada. Los abrazos perdidos del limón más dulce que he conocido se sienten más, todos y cada uno de los sentimientos que por la cueva pululan son tan relevantes que no merece desecharlos.


Mientras, me llegan rumores sobre la nueva morada de Clint. Ahora habita en una almena de un castillo residencial de Madrid. Desde allí seguirá planificando como perderse por las obtusas calles de Madrid, trazando la estrategia que le permita ser libre. Hellen, a su lado, vigila atenta. Aparentemente vivimos en calma, esperando a que doblen las campas, o simplemente que alguien aplauda.