domingo, 14 de enero de 2018

CampamentoBase

Deambulamos, y de pronunciar esta palabra se nos llenará la boca como si nos hubiésemos comido el último polvorón. ¡Deambulamos! Deambulamos mucho. La acción de andar sin sentido queda denostada según la Real Academia de la Lengua Española,  por su ineficacia. No obstante, la realidad siempre supera a las palabras y en ocasiones las contradice. Tanto deambulamos, y de tanto deambular, que se nos va la vida, a nuestro pesar, afortunadamente. Hasta se agradece.

En un tiempo inmediato y tecnológico deja de tener sentido dar vueltas sobre uno mismo, o asemejarse a animales que se persiguen el  rabo de forma indeterminada. Estamos recubiertos de objetivos posibles, de números y resultados. Aunque inevitablemente necesarios y recomendados, si creemos en el progreso. ¿Será posible o simplemente será,  conjugar ambas alternativas?

Campamento base.

Existirán mil teorías sobre la motivación del ser humano.  Las que recuerdo las leí hace veinte años. Soy tan mal profesional, o bueno, que hace tiempo trabajo de oído, como los músicos. Así que supongo que esas fabulaciones teóricas seguramente versarán del establecimiento de metas, del reconocimiento de capacidades, del refuerzo y/o el castigo. Insisto, escribo de oído porque carezco de constructos que no haya ido observando directamente. Quizá ni se hable ya de estos temas y ahora el asunto motivacional pase por la química, por la concentración meditacional o por la meditación concentrada.  Siguiendo con la especulación, imagino que dada la necesidad de éxito que oferta nuestra sociedad, la motivación principal estará orientada hacia el resultado. El proceso de cómo obtener estos logros, no será tan interesante. Sin embargo por fortuna la mayoría de las personas inconscientemente viven ajenas al éxito. Y deambulan, deambulamos. Recordar que el trabajo bien hecho se mide en las pisadas que se dan o en la intención de cambiar, servirá para aumentar el grado de satisfacción personal, si es que es posible recuperarlo.

A este blog he deseado aniquilarlo desde hace tiempo, un año concretamente. Me decía que ya estaba muerto y consecuentemente tampoco estaba de parranda.  Y una idea se posaba en algún lugar de mi cuerpo para abrirse al exterior. No podía sentarme a escribir, y si lo hacía, con una tecla suprimía el archivo por no disponer de un folio garabateado que destrozar en varios trozos. No era consciente que este blog, como muchos otros instrumentos que nos sirven para expresarnos, es un medio. Un objeto, dependiente de la realidad. Si quería cerrar el círculo tendría que suceder algo.

El hecho en sí lleva pasando desde hace un tiempo. Tenía que ver con mi mismo, con mi inevitable crecimiento, envejecimiento, o desarrollo personal. Y con lo que me rodea, mi familia, mis amigos y mi trabajo. Demasiado importante esta última circunstancia. Tanto como que este blog gira entorno a esto, a la vivencia laboral de un grupo de personas que se creían – o creo yo que lo somos – el obligo del mundo del trabajo. Esto es consecuencia de cómo imaginamos nuestras ilusiones. Reflejo de nuestra sociedad, la intervención social, sector profesional del que tanto intento huir y en el que siempre permanezco, proyecta sus deseos hacia el mayor de los objetivos posibles: trasformar la sociedad; sin darnos cuenta de la imposibilidad de conseguirlo; sin observar cómo deambulamos. Inconscientes de que nunca alcanzaremos la cima de la montaña. Simplemente hollaaremos  en el campamento base.

La primera de las metáforas que se recogen en este espacio virtual, hablaba de la ascensión de un puerto de montaña encima de una bicicleta. La motivación estaba orientada al éxito de alcanzar la última pendiente. Por el contrario, ésta pretende explicar la llegada a un campamento base. En las ascensiones a las grandes cumbres, por el tiempo que requieren las subidas, se establecen campamentos bases intermedios. En sí son un medio para seguir escalando hasta la cima.

Esta semana he podido acceder a un campamento base. Un lugar de tránsito que me permitirá seguir trabajando como educador en el mismo proyecto aunque gestionado por otra empresa, la misma que ya guío esta actividad hace unos años. Además, como sea que me lie la manta a la cabeza e intenté defender nuestros derechos laborales junto a un grupo de excelentes compañeros, el hecho de reunirme con los directores de la nueva empresa, me hizo imaginar que había llegado al campamento base, y que egoístamente mi ascensión terminaba allí. Las imágenes de algún modo se convierten en palabras. Al terminar la reunión y expresar mis deseos de quedarme deambulando en el campamento base, precisamente el hermano de mi querido nihilista de apellido judío, que bien podría ser personaje de un spin-off, habló de lo mismo. Pronunció las palabras mágicas. Hemos llegado al campamento base, habrá que coger alimento para seguir subiendo. O no, pensé yo.


Los éxitos de los procesos son tan interesantes como la consecución de los logros pretendidos. La historia la escriben los ganadores pero la realidad está llena de personajes que persiguieron el triunfo y deambularon entorno al mismo. De esta forma se construye la sociedad. De hecho si observamos la tierra desde la cima de una montaña precisamente, veremos gente deambular por diferentes campamentos base. Irán en todas las direcciones y sentidos, volviendo una vez y cientos al mismo lugar. En ese deambular, algunos por error, o intencionadamente conseguirán alcanzar la cima, pero quizá esa historia simplemente sea la consecuencia de haber dado tantas vueltas por el mismo lugar.