miércoles, 4 de mayo de 2016

RetornoAlPasado

Por supuesto que las metáforas comienzan en uno mismo, y seguramente finalicen en ese mismo lugar, archipiélago imprevisto de islas agitadas. Quedamos amarrados al viento. Si somos agua, nos removemos, y de ser fuego, se avivarían nuestras llamas hacia no se sabe dónde.

Me refugio en la oquedad que formó la erosión y contemplo el mar abierto, desconocido. Hay días en los que se produce un efecto llamativo. La niebla se posa en la arena y no se diferencian los matices opuestos entre el cielo y el mar. Me encuentro ante una gran cortina. Siempre he disfrutado separando esas hojas colgadas del techo, cuanto más espesas, más. ¿Qué habrá detrás? Y separo el aire imaginándolo firme. Hay vida. De repente aparece Humana. Retorno al pasado.

Extrañamente volví a ilusionarme con la intervención social cuando entré en el local del pasillo interminable. Descubrí  a los jóvenes, y todas las posibilidades que ofrece este colectivo. Jóvenes son, según el Ayuntamiento de Madrid, los chavales que están en edad de merecer un empleo, a partir de los 16 años, hasta los 21, edad en la que se les supone cierto grado de autonomía. ¿Y después? Después, como todos, crecen y se reproducen. Al abrir la cortina de niebla imaginada, me di cuenta de la oportunidad que nos había deparado el trascurrir de los acontecimientos. Humana antes de velar por todos, mimaba a las empresas para que entendieran la importancia de dar una oportunidad a los jóvenes. Por añoranza, o necesidad, me invitó a visitar una con la que ella colaboraba. El tiempo hace estragos: Hay empresas que crecen y jóvenes que se hacen mayores a base de trabajar. Me imagino a Humana cuando hace años acompañó a esos mozos hacia un camino insospechado, sabiendo que algunos llegarían al lugar en el que ese momento nos encontramos nosotros. Lógicamente el proceso estaba lleno de incorrecciones, bajo la premisa de seguir intentándolo. A pesar de ello, por cómo el empresario nos atendía, entendí que tras la cortina había vida. Retornar al pasado, nos hace entender mejor el presente y confiar en la prosperidad.

Al mirar hacia un lado, el paisaje se trasforma. El tiempo vuelve a posarse en el pasado. Veo al Guapo Moreno, más joven y observo que por allí me encuentro yo pululando. Entre chutas, bonometros y sueños truncados, aprendimos lo que implica trabajar con personas. Crecimos con voluntad y sin límites. Un camino lleno de trompicones necesarios. Como los buenos superhéroes, Moreno fue tejiendo su traje de neopreno. Ahora dice que tiene algún jirón. Y me alegro por ello, porque puede que él también esté retornando al pasado.


Vuelvo a mirar a Humana. La cortina va plegándose. Una vez cerrada, aparece ante nosotros la dichosa cueva. El viento se ha parado en Alsacia y el calor nos avisa de un tiempo nuevo, quizá uno vivido anteriormente.

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