Por supuesto que Hanan es un nombre ficticio, sobre todo
porque nunca supe como escribirlo. Aunque su historia, que aquí no viene al
caso, es del todo creíble, e invisible o sorprendente para aquel que no
desea mirar.
En esta primera entrada, sí entra, precisamente, otra
historia; la de este blog. Y seré breve,
espero.
Entre mis amigos, se encuentra Clint Eastwood. Al no ser más
presumido de lo normal este Clint, se muestra hacia nosotros con un aspecto
vulgar, como lo hacemos todos, aunque él sea singular y único. Y Clint me
pregunta, ¿escribes algo?, y yo, mohíno, frunzo el ceño. Obstinado como es,
Clint me alaba cuando coincidimos, no sólo por galantería sino porque él confía
en que yo tengo algo dentro, secreciones aparte, que puedo compartir. Igualmente,
yo pienso que él tiene en su interior un mundo maravilloso y así lo comparte
diariamente con entrega, paciencia e ilusión, o acaso no visteis "Sin Perdón", "Mystic River" o "Gran Torino". Total que a Clint le gustan mis
metáforas y como sea que yo las aplico indiscriminadamente en mi trabajo como
técnico de inserción sociolaboral, es decir, mamporrero, he decidido
recopilarlas, ya que estas sandeces son tan efímeras como la flor de la cebolla,
y compartirlas, porque no sé a cuántos Clint de este mundo puede que les
interesen mis imágenes abstractas que, por lo menos, me enseñan algo de luz
entre tinieblas.
Una metáfora para Hanan.
Hanan dice que empezará a trabajar como
dependienta/camarera en breve, y que le asusta manejar la caja registradora. Quizá
únicamente me cuenta esto porque haya que hablar de algo. Lógicamente aprovecho
la ocasión que me brida y me expreso como para ser recordado, para que, al menos,
Hanan se vaya con la idea de que puede controlar la caja registradora o lo que
se le ponga por delante.
Entonces le digo que yo, ciclista de cuneta, que cuando conseguí
ascender un puerto de montaña por la carretera más abrupta fue al encontrarme el camino inmediato invisible, bien por lo revirado de sus curvas, o porque las nubes se posaban en las cumbres. Por el
contrario, cuando desfallecí voluntariamente en el intento fue porque mi visión
llegaba más allá, a la próxima rampa y a la siguiente, observando un panorama desolador. Entonces mis fuerzas desaparecían y
yo abortaba el pedaleo. Le dije a Hanan que esas visibles cuestas eran sus
cajas registradoras, sus dudas. Le recomendé que no pensará en la rampa más temida y reconocida, sino que disfrutara de las tareas que fuera encadenando. Y ella, como buena Hanan que es, me dijo que no
me entendía, que qué quería decir. Lo repetí, sin desfallecer, aún intuyendo
que en la propia Hanan se encontraba la cuesta más empinada para
conseguir mi propósito. Hanan siguió escuchándome porque, creo, piensa que quizá
yo tengo algo interesante que expresar, a pesar de que en esta ocasión
posiblemente pinchara en hueso.
Por si algún Clint quiere saberlo, Hanan no llegó a trabajar
como dependienta/camarera. Se emplea, porque hay que hacerlo, como hacedora de
camas en un puesto que se denomina camarera de piso, en un hotel estrellado.
Y yo me pregunto para qué sirve mi trabajo y sé que
precisamente sirve para esto, para escribir una metáfora para Hanan y para Clint, por supuesto.
Yo creo que Hanan tiene sus propias metáforas. Tu trabajo consiste en ser camaleón, teñir tu piel del color de Hanan y cuando lo consigas tratar de comunicarte con ella.
ResponderEliminarDe camaleón con orejas de colores.
EliminarMamporrero
ResponderEliminarMamporrero de los grandes.
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