sábado, 19 de septiembre de 2015

UnaMetáforaParaHanan

Por supuesto que Hanan es un nombre ficticio, sobre todo porque nunca supe como escribirlo. Aunque su historia, que aquí no viene al caso, es del todo creíble, e invisible o sorprendente para aquel que no desea mirar.

En esta primera entrada, sí entra, precisamente, otra historia;  la de este blog. Y seré breve, espero.

Entre mis amigos, se encuentra Clint Eastwood. Al no ser más presumido de lo normal este Clint, se muestra hacia nosotros con un aspecto vulgar, como lo hacemos todos, aunque él sea singular y único. Y Clint me pregunta, ¿escribes algo?, y yo, mohíno, frunzo el ceño. Obstinado como es, Clint me alaba cuando coincidimos, no sólo por galantería sino porque él confía en que yo tengo algo dentro, secreciones aparte, que puedo compartir. Igualmente, yo pienso que él tiene en su interior un mundo maravilloso y así lo comparte diariamente con entrega, paciencia e ilusión, o acaso no visteis "Sin Perdón", "Mystic River" o "Gran Torino". Total que a Clint le gustan mis metáforas y como sea que yo las aplico indiscriminadamente en mi trabajo como técnico de inserción sociolaboral, es decir, mamporrero, he decidido recopilarlas, ya que estas sandeces son tan efímeras como la flor de la cebolla, y compartirlas, porque no sé a cuántos Clint de este mundo puede que les interesen mis imágenes abstractas que, por lo menos, me enseñan algo de luz entre tinieblas.



Una metáfora para Hanan. 

Hanan dice que empezará a trabajar como dependienta/camarera en breve, y que le asusta manejar la caja registradora. Quizá únicamente me cuenta esto porque haya que hablar de algo. Lógicamente aprovecho la ocasión que me brida y me expreso como para ser recordado, para que, al menos, Hanan se vaya con la idea de que puede controlar la caja registradora o lo que se le ponga por delante.

Entonces le digo que yo, ciclista de cuneta, que cuando conseguí ascender un puerto de montaña por la carretera más abrupta fue al encontrarme el camino inmediato invisible, bien por lo revirado de sus curvas, o porque las nubes se posaban en las cumbres. Por el contrario, cuando desfallecí voluntariamente en el intento fue porque mi visión llegaba más allá, a la próxima rampa y a la siguiente, observando un panorama desolador. Entonces mis fuerzas desaparecían y yo abortaba el pedaleo. Le dije a Hanan que esas visibles cuestas eran sus cajas registradoras, sus dudas. Le recomendé que no pensará en la rampa más temida y reconocida, sino que disfrutara de las tareas que fuera encadenando. Y ella, como buena Hanan que es, me dijo que no me entendía, que qué quería decir. Lo repetí, sin desfallecer, aún intuyendo que en la propia Hanan se encontraba la cuesta más empinada para conseguir mi propósito. Hanan siguió escuchándome porque, creo, piensa que quizá yo tengo algo interesante que expresar, a pesar de que en esta ocasión posiblemente pinchara en hueso.

Por si algún Clint quiere saberlo, Hanan no llegó a trabajar como dependienta/camarera. Se emplea, porque hay que hacerlo, como hacedora de camas en un puesto que se denomina camarera de piso, en un hotel estrellado.



Y yo me pregunto para qué sirve mi trabajo y sé que precisamente sirve para esto, para escribir una metáfora para Hanan y para Clint, por supuesto.

4 comentarios:

  1. Yo creo que Hanan tiene sus propias metáforas. Tu trabajo consiste en ser camaleón, teñir tu piel del color de Hanan y cuando lo consigas tratar de comunicarte con ella.

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