sábado, 17 de octubre de 2015

LaMetáforaDeIvOElAnheloDelPlanB

Iv podía ser igualmente francés, dominicano o búlgaro, ¿quién sabe? Ante su origen imaginado lo realmente significativo es su consideración de habitante de un lugar llamado España. Tierra ésta a la que también pertenece la siguiente metáfora.

Iv inspira seguridad porque tiene claro que quiere ser rico. Tiene un plan que no comparte aunque aporta alguna señal por si en algún momento sus improvisados oyentes anhelan sus objetivos. Iv tendría varios libros en su mesilla de noche, si es que dispusiera de una. Todos están escritos por Robert Kiyosaky. De entre tantos, recomienda con entusiasmo “El cuadrante del flujo del dinero”, con el mismo afán que alguien rememora la primera lectura de “Sin noticias de Gurb”. Para gustos los colores.

Sin embargo a Iv, buscador inaugural en un nuevo centro de empleo, hay que explicarle que no es oro todo lo que reluce, que el dinero no llega del cielo. Y esto, evidentemente, en un lugar llamado España, quizá en este planeta al que conocemos como Mundo, es bastante complicado.

Para encontrar una solución que diera respuesta a mis inquietudes metafóricas, me puse en la piel del Capitán Alatriste, al servicio de causas imposibles, al igual que San Judas Tadeo.

Vestido de época visité a Clint al principio de semana. Juntos nos entretuvimos haciendo dianas ante latas vacías que albergaron su correspondiente conserva. Él con su Magnun 44, yo con mis fríos cuchillos toledanos. Me contó su plan de jubilación por el que dejará de pegar tiros para convertirse en director de cine, aunque esto último todavía no lo sabe. Hilando conversaciones, me quedé con una idea de interés. Reflexionamos sobre la necesidad de disponer de un plan alternativo, un plan B. Más allá de sus contenidos, destacamos su existencia para afrontar las situaciones en las que los acontecimientos no suceden como quisiéramos.

Otro día pude hacer la compra en un supermercado masificado con mi querido nihilista de apellido judío. Su virtud, en lugares imposibles como éste, es encontrar las viandas a la primera, en este caso un chorizo embuchado para su bocadillo de batalla. Además de esta destreza única, el nihilista de apellido judío goza de otras cualidades definidas. Es leal, cercano, ambiguo y muy divertido, aunque, en ocasiones pesimista. Así que pensé para mí que él necesitaba disponer de un plan B, por pequeño fuera, que le permitiera mantener la esperanza. De esto último, como contradictorio nihilista que es, seguro que esconde algo.

De vuelta a la cueva diseñada por un prestigioso arquitecto, escuché al Doctor empleo, libre pensador que comparte guarida conmigo desde hace poco tiempo. Repitió aquello del plan B y pensé de nuevo sobre sus virtudes, más allá de su definición. El potencial de esta estrategia no es tanto saber qué vas hacer, sino reconocer la posibilidad de utilizarlo cuando fracasa lo que teníamos previsto. Esto tiene que ver con nuestra capacidad de resolución, y cierto optimismo que nos haga afrontar los problemas con garantías de solución.

Ya tenía la metáfora para Iv. La alternativa a su necesidad de enriquecerse. El plan B de Iv se asemeja al que Robert Kiyosaky desarrolla indirectamente en sus libros, sobre lo que este autor reflexiona y escribe. El plan B es su esfuerzo. Para ser un escritor de prestigio, es un decir, Robert tuvo que trabajar a conciencia, aunque únicamente fuera para diseñar su exitosa estrategia. Iv, por su parte, necesita de un objetivo laboral a corto plazo, que le enseñe lo que significa el esfuerzo para alcanzar su futuro deseado. Iv tiene claro lo que quiere conseguir, aunque todavía no es consciente que tiene que reforzar sus estrategias inmediatas.


Quizá si en este lugar llamado España, en este planeta que conocemos como mundo, se valorara el plan B del esfuerzo por igual que la necesidad de ser jodidamente rico, la metáfora para Iv podría ser otra.

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