Iv podía ser igualmente francés, dominicano o búlgaro, ¿quién
sabe? Ante su origen imaginado lo realmente significativo es su consideración
de habitante de un lugar llamado España. Tierra ésta a la que también pertenece
la siguiente metáfora.
Iv inspira seguridad porque tiene claro que quiere ser rico.
Tiene un plan que no comparte aunque aporta alguna señal por si en algún
momento sus improvisados oyentes anhelan sus objetivos. Iv tendría varios
libros en su mesilla de noche, si es que dispusiera de una. Todos están
escritos por Robert Kiyosaky. De entre tantos, recomienda con entusiasmo “El
cuadrante del flujo del dinero”, con el mismo afán que alguien rememora la
primera lectura de “Sin noticias de Gurb”. Para gustos los colores.
Sin embargo a Iv, buscador inaugural en un nuevo centro de
empleo, hay que explicarle que no es oro todo lo que reluce, que el dinero no
llega del cielo. Y esto, evidentemente, en un lugar llamado España, quizá en
este planeta al que conocemos como Mundo, es bastante complicado.
Para encontrar una solución que diera respuesta a mis
inquietudes metafóricas, me puse en la piel del Capitán Alatriste, al servicio
de causas imposibles, al igual que San Judas Tadeo.
Vestido de época visité a Clint al principio de semana. Juntos
nos entretuvimos haciendo dianas ante latas vacías que albergaron su
correspondiente conserva. Él con su Magnun 44, yo con mis fríos cuchillos
toledanos. Me contó su plan de jubilación por el que dejará de pegar tiros para
convertirse en director de cine, aunque esto último todavía no lo sabe. Hilando
conversaciones, me quedé con una idea de interés. Reflexionamos sobre la
necesidad de disponer de un plan alternativo, un plan B. Más allá de sus
contenidos, destacamos su existencia para afrontar las situaciones en las que
los acontecimientos no suceden como quisiéramos.
Otro día pude hacer la compra en un supermercado masificado
con mi querido nihilista de apellido judío. Su virtud, en lugares imposibles como
éste, es encontrar las viandas a la primera, en este caso un chorizo embuchado
para su bocadillo de batalla. Además de esta destreza única, el nihilista de
apellido judío goza de otras cualidades definidas. Es leal, cercano, ambiguo y
muy divertido, aunque, en ocasiones pesimista. Así que pensé para mí que él
necesitaba disponer de un plan B, por pequeño fuera, que le permitiera mantener
la esperanza. De esto último, como contradictorio nihilista que es, seguro que
esconde algo.
De vuelta a la cueva diseñada por un prestigioso arquitecto,
escuché al Doctor empleo, libre pensador que comparte guarida conmigo desde
hace poco tiempo. Repitió aquello del plan B y pensé de nuevo sobre sus
virtudes, más allá de su definición. El potencial de esta estrategia no es
tanto saber qué vas hacer, sino reconocer la posibilidad de utilizarlo cuando fracasa
lo que teníamos previsto. Esto tiene que ver con nuestra capacidad de
resolución, y cierto optimismo que nos haga afrontar los problemas con
garantías de solución.
Ya tenía la metáfora para Iv. La alternativa a su necesidad
de enriquecerse. El plan B de Iv se asemeja al que Robert Kiyosaky desarrolla indirectamente
en sus libros, sobre lo que este autor reflexiona y escribe. El plan B es su
esfuerzo. Para ser un escritor de prestigio, es un decir, Robert tuvo que
trabajar a conciencia, aunque únicamente fuera para diseñar su exitosa estrategia.
Iv, por su parte, necesita de un objetivo laboral a corto plazo, que le enseñe
lo que significa el esfuerzo para alcanzar su futuro deseado. Iv tiene claro lo
que quiere conseguir, aunque todavía no es consciente que tiene que reforzar
sus estrategias inmediatas.
Quizá si en este lugar llamado España, en este planeta que
conocemos como mundo, se valorara el plan B del esfuerzo por igual que la
necesidad de ser jodidamente rico, la metáfora para Iv podría ser otra.
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