La niebla en
Alsacia es una pura maravilla.
Fue a principios
de la semana cuando volví a encontrarme con Eurice, que en realidad responde a
otro nombre. Ella ya ha aparecido en varias ocasiones entre tanta metáfora.
Primeramente recordando su juventud en
La leyenda del tiempo: Erec y Enide. Después cuestionando su verborrea
frente a su capacidad de trabajo. Se tituló Palabras, Fútbol y Billar. Ahora se ha
producido el milagro, sin que haya dioses de por medio ni varitas mágicas para
princesas.
La metáfora en
sí, sin embargo, surgió cuando fue escrita una de entre semana, La Ola,
y en aquella batalla cruenta contra el 70. Por cierto, de las batallas contra
el articulado, en la última del ciclo semanal, descubrí que una bici es más
rápida que un autobús, en recorrer Arturo Soria. En ese momento llegó la niebla
a los barrios, que al igual que la alegría, difiere del lugar en el que te
encuentres. La niebla es tan injusta como la democracia. Yo ya sabía por
cuestiones familiares y laborales que por San Blas era especialmente llamativa.
Así la vi llegando a García Noblejas con el Carrefour al fondo. Pedal tras
pedal, una neurona subía mientras otra bajaba. La niebla en Alsacia es una pura
maravilla porque la
lluvía en Sevilla también lo es. Claro que esto es mentira, como la niebla.
Si nos paramos a observar este efecto de la naturaleza, comprobaremos que no
deja de ser agua al ras, que no aguarrás.
En realidad, donde la
lluvía es una pura maravilla es en España.
Por eso me encanta la niebla, porque miente y favorece
el plano corto, porque esconde cuando no quieres ver. Así la niebla en Alsacia
se convierte en pura maravilla, porque sólo existe Alsacia, y en esta metáfora
Eurice se hace realidad.
Con la niebla se
suben mejor los puertos, al ver únicamente lo inmediato, pedal tras pedal,
neurona que sube, neurona que baja, sólo una. Ya se lo dije a Hannan
cuando tuvo miedo por utilizar una caja
registradora. Con la niebla también pueden llegar visitas inesperadas como la
de Clint o la de mi querido nihilista de apellido judío. Sobre el primero le vi
con dudas sobre los planos que está rodando. Él piensa que hay que triturarlos.
No estoy de acuerdo, todo el material es rescatable. Ya quisiera cualquier
director grabar como cuando él piensa que lo hace fatal. La niebla, por último,
me gusta porque con su llegada no dejan de recuperarse sensaciones. En la cueva
está pasando. Judith ha vuelto a ser ella y eso engrandece el trabajo que se
realiza allí dentro.
Se me olvidaba
Eurice. Su metáfora, como se ha comentado, es mágica por sus palabras, que no
necesitan de ningún recurso literario de principiante. "Fernando – que parece
que soy yo – me ha encantado sentir que la gente me haga caso. Me he sentido
como una princesa". Sin más palabras, sin dioses ni varitas mágicas. Sólo
permitiendo que ella pueda demostrar su valía, aunque sea en un trabajo de
mierda.
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