En víspera de la
primavera todo huele mejor. Y duele más, si de los brotes se brota con las
alergias.
El mundo resulta
ser demasiado menguante. En ocasiones no nos damos cuenta de su simpleza, ni de
su complejidad sutilmente tejida. En último extremo, el más sabio de todos
descubrirá que nos enredamos en los adornos.
El mundo resulta
ser confuso. El guapo Moreno añora ser Clint y tomarse la justicia por su
mano. Mi padre hablaba siempre del gran invento del siglo pasado: la máquina de
dar hostias. Este aparato servía para poner en su sitio a los promotores de la
estupidez humana. Me imagino que el guapo Moreno iba por ese camino, distinto
al del propio Clint que sin pretender ajusticiar buscaba en el camino el
sentido de las cosas. Aun así la necesidad individual de tomarse la justicia por
su mano por desgracia ha caído en el olvido. El guapo Moreno en muchas
ocasiones lleva razón.
El mundo gira
rápido. Entre semana, Nashira, aquella que se coló en una
metáfora “trans”, abandonó la formación práctica que realizaba. Entonces,
tras indagar en lo sucedido, coordinarme con el guapo Moreno y hablar con Nashira
llegué a una conclusión. ¡En cuántas ocasiones nos equivocamos! Cuando Nashira
inició el camino de la formación, no caí en la cuenta de cuál era su
motivación. Dichosa motivación. En esto de la búsqueda del empleo se habla de
lo externo e interno, o extrínseco o intrínseco. Es decir, por qué buscas. Bien
porque otros quieren o porque tú lo deseas. La teoría con los jóvenes
buscadores pasa porque interioricen la motivación, si la tienen mejor, pero si no
han de descubrirla con el empleo. Yo me había convertido en el propulsor de la
motivación de Nashira. Vivencié que tal era su necesidad que incluso pensé en
decirle al guapo Moreno que la colara en aquellas prácticas. Apunto estuve de proponérselo.
Entonces me hubiera saltado todas las reglas en las que siempre he creído. Lo
colectivo frente a lo individual, para que revierta en la mejora de cada uno. En
lo social, por lógica, pecamos de creer, por encima de todo, en lo nuestro, sin
caer en la cuenta de que eso nuestro es similar a lo de los otros. Otros que
tendrán sus necesidades, otros que estarán adquiriendo sus motivaciones, tantos
otros, y tantos. El “pseudoeducador” en ese afán por defender los suyo, lo de
sus representados, se convierte en un comercial, cuando en realidad será buen
comercial cuando venda lo colectivo. Lo social, con denominación colectiva, sin
embargo está lleno de individualidades, de lo inmediato, eso sí adornado con
los mejores propósitos para todos, y todas, que muchos dicen ahora. Quizá sólo para nosotros mismos.
El mundo es un
ciclo repetido. Así las cosas continúan por donde deben comenzar. Después
acompañé a Nashira al recurso que le correspondía. En la antigua morada de
Clint, en la que ahora mora El Padre perfecto, en la que ya estaban El
Palentino y las bailarinas de Zumba, he vuelto a observar que importante es la
cercanía, esa que a mí a veces se me olvida aplicar. A Nashira allí le tocará
seguir buscando empleo, acudiendo a la cueva, pero también podrá desarrollar su
madurez. Hoy me he dado cuenta que a veces se empieza la casa por el tejado,
pero, es que por desgracia, en muchas ocasiones los jóvenes están obligados a
ello. Justicia poética, tal vez individual, o colectiva.
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