De ecos del
pasado se vive. De mitos y leyendas también.
Sobre todo, de situaciones improbables y dudosas que engrandecen la cotidianidad.
Mientras perfilaba la metáfora de mitad de semana, montado en mi bicicleta, ha
ocurrido algo inusual. A la ida he adelantado a dos articulados con el número 70, a la vuelta, con toda la literatura de
esta metáfora diseñada, a uno. Al final del primer recorrido me sentía tan
satisfecho como cuando Eros
conquistó el Monte del Viento, historia ésta que seguro agradará a mi querido
judío nihilista. El mito, en definitiva podría pasar por un comentario: “Eres
más veloz que el 70”.
Sin embargo lo
anterior es anécdota. De hecho esta metáfora es tan poderosa que explica la
dicotomía que supone la ficción. De entre todos los personajes que transitan
por estos textos, los únicos reales son los verdaderos protagonistas, los
jóvenes para los que nos empleamos. El resto, hasta ahora, pura ficción, salvo
uno. Este es el caso de la añorada Isabel que al estar en plena crianza, no
tiene asignado su correspondiente personaje, y mira que ella es gran
intérprete. Así los personajes aquí descritos según cambien su profesión,
volverán a ponerse su verdadero traje en
el mundo real. En esta ocasión, Clint se vuelve Carlos y el Padre perfecto un
poco más José. Aunque todavía queda una última metáfora, la de su relevo.
Volviendo al
ciclismo – siempre -, hay una modalidad vistosa y aburrida llamada contrareloj
por equipos. En esta prueba, uno tira del grupo y es relevado por otro, al que
a su vez le sustituye un tercero, el mítico zutanito, que suele referirse. Y
así tantos como nueve, normalmente. Dependiendo del
kilometraje los relevos son cortos o largos. A distancias reducidas, relevos
explosivos y efímeros. Con las más extensas, el turno es más sostenido. Trasladando
esto a la intervención con jóvenes, lo lógico es que los profesionales se tomen
su trabajo como una carrera de fondo, solicitando el relevo cuando hayan
recorrido demasiados kilómetros. Eso sí, hay que asegurarse que éste se haga
con constancia e interés, sino mejor no darlo. En contra, los jóvenes que
buscan empleo, necesitan de relevos explosivos e inmediatos. Por ejemplo en su
experiencia laboral tienen que buscar muchas opciones hasta encontrar una que
sea duradera. En ese momento, se producirá el relevo más prolongado, y maduro.
Natalié, ecuatoriana afrancesada, busca eso. Hace no mucho tiempo atravesó un
quicio laboral dudoso y ahora prueba en otro. Relevo corto e intenso, que no falte.
El otro relevo,
el de los profesionales, en ocasiones es mágicamente casual porque, además, el
mundo es demasiado pequeño y, más que menos, todos no conocemos. El padre
perfecto sabía que en breve se acabaría su relevo. La sucia burocracia le había
deparado una sorpresa y tendría que marcharse en breve. Por desgracia, en este
sector profesional, aunque los relevos han de ser largos, en muchas ocasiones
se queda en una fugaz explosión que, además, estalla en la cara de las personas
para las que se trabaja. Para una persona con ciertos problemas, quizá no es lo
más conveniente tener que coger confianza con otra persona, y a su vez con un
tercero, al que se conoce normalmente como zutanito. A pesar de todo, el padre
perfecto ha dejado una impronta que bien vale por cuatro años haciendo el
canelo de muchos otros. A pesar del infortunio, el destino le deparaba una agradable
sorpresa.
Al verdadero
Clint le llegó el momento de tener que dejar paso a otros, y para su sorpresa
nunca hubo un Harry igual, ni un polvoriento vaquero que pudiera ser el más
duro del lejano oeste. A pesar de ponerse al otro lado de la cámara, y utilizar
el plano corto de maravilla, iba descubriendo que también podía estar delante,
derrochando madurez y sabiduría. Por suerte ese es el mundo real. El Clint que
deambula entre metáforas igualmente se ha dejado la piel en cada una de sus
actuaciones. A lomos de sus motos coloreadas ha mostrado a quien quisiera
escucharle sus conocimientos en el trato con chavales, su entrega sin
recompensa, su lado legal sin utilizar toga. Para mí siempre es un referente,
sobre todo por su humildad y su inmensa necesidad de aprendizaje. A este Clint
le ha llegado la hora, tras un relevo largo, sostenido, y maravilloso. Por
suerte el padre perfecto ha sido el elegido para sustituirle. Para llevar la
contraria al celuloide, en este caso, el predecesor seguro que igualará los
logros del que ya será Carlos.
Por su parte el padre
Perfecto tiene el don de repartir amor. Su principal virtud, como midas con el
oro, es la de impregnar de alegría los lugares más sombríos. Cuando yo le
conocí, dio luz a una habitación sin ventanas, e hizo que mi querido judío nihilista
tornara hacia el optimismo. Después he comprobado in situ sus fortalezas. Sus
bailes trasnochados en la cueva, su capacidad de escucha infinita, su cercanía
y su perfecto control de las habilidades de relación. Siempre tiene la palabra
adecuada que decir. No es de extrañar que en su momento alguien ya ausente le
otorgara propiedades paternales excepcionales.
Con estos
relevos, me queda una duda. ¿Será José a partir de ahora Clint, o Carlos mantendrá
su personaje, porque solamente se va un poco?. En cualquier caso será muy fácil
maquillar a estos actores a los que tanto quiero. Suerte a ambos en vuestro próximo relevo.
Bueno será, esperemos que también extenso.
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